
Cualquier camino de autoconocimiento que decidamos emprender pasa por volver la mirada hacia nosotros mismos. Mejorar nuestra vida requiere revisar cómo perpetuamos situaciones que no nos gustan y cómo boicoteamos oportunidades de ser felices.
Nuestro bienestar no depende del azar. Somos nosotros quienes creamos o frustramos nuestra felicidad. Lo hacemos a base de las pequeñas y grandes decisiones diarias. De reacciones más o menos acertadas y del trato que nos damos a nosotros mismos y a las personas que nos rodean. En este sentido, no hay posibilidad de cambio sin hacernos responsables de lo que hacemos para tener la vida que tenemos.
Aunque en el lenguaje cotidiano a menudo utilizamos las palabras «culpa» y «responsabilidad» de manera indistinta, su diferencia es fundamental para la Gestalt. Etimologicamente la palabra culpa significa «falta» mientras que responsabilidad es una forma latina del verbo «responder»
Mientras la culpa pone el acento en el fallo, la responsablidad lo pone en el compromiso de responder por nuestras acciones.
Culparnos a nosotros mismos – o culpar a otros de sus actos – no suele tener por objetivo resolver una situacion sino unicamente descargar la ira del agravio sobre el supuesto culpable, aunque este sea uno mismo. La palabra culpa busca acorralarnos, ponernos en un callejón sin salida para señalar la falta, propia o ajena. La palabra responsabilidad, en cambio, alberga una intención más constructiva a la hora de abordar los conflictos, tanto intra como interpersonales.
La responsabilidad nos da la oportunidad de responder diferente, de hacer algo mejor.
Desde la responsabilidad puedo pulir y reajustar aquello que me mantiene insatisfecho en lugar de limitarme a señalar el fallo en mí o en los demás. Pero tambien es más costosa, porque comporta reflexión y honestidad con uno mismo y nos expone frente a otros, lo cual exige valentia, humildad y altas dosis de generosidad.
Para cerrar este articulo, te invito a ver este corto de David Victori sobre la culpa.