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Arteterapia

El caso de Ana

By 01/07/2021noviembre 3rd, 2021No Comments

El arte como herramienta de auto conocimiento puede ser utilizado de muchas forma diferentes. En mi trabajo con grupos de mujeres en el ámbito de la igualdad de género he impartido talleres completamente basados en la arteterapia, sin embargo en sesiones individuales en las que mi trabajo se fundamenta en la terapia psico-corporal y la Gestalt utilizo el arte como una herramienta complementaria.

Con este post quiero explicarte mediante un caso real, cómo utilizo el arteterapia dentro de un proceso de psicoterapia individual.

EL CASO DE ANA

Todos vivimos asediados por una voz en off que valida o invalida lo que hacemos. En el caso de Ana, y después de varios meses de trabajo individual, se fue haciendo evidente que su juez interno la tenía especialmente oprimida bajo el yugo de una rígida visión del bien y del mal que no le permitía responder con espontaneidad a la vida y a los matices que cada situación guarda.

La primera parte del trabajo consistió en identificar a esa voz y diferenciarla de ella misma. Para ello la acompañé a darle forma a ese “personaje”; que le pusiera cuerpo; le diera un nombre; y le escuchara como una entidad propia que tenía algo que decir. Lo llamó Pesado y lo describió así:

“Es como un autómata que ni piensa ni siente, sólo actúa. Su función es protegerme de que me meta en líos. Observa y controla que haga las cosas correctamente, recordándome lo que está bien y lo que está mal. Es como un robot programado para responder a cada situación del modo correcto. Siente que tiene la verdad absoluta y no atiende a razones, no tiene matices.”

Le pedí que pusiera el dibujo en un lugar visible de su casa. Eso le ayudó a tenerlo presente y pudo darse cuenta cómo esa voz hablaba y dictaminaba permanentemente en su mente. A lo largo de las sesiones pudimos explorar más a fondo al Pesado. Ella lo expresa así:

“Durante mi infancia yo sentía que a mi alrededor reinaba el caos y para afrontar determinadas situaciones, construí un «manual de instrucciones» que me ayudara en mi día a día a evitar los conflictos. Una especie de código al que recurrir para saber qué hacer ante cada situación. Para protegerme, el Pesado se encarga de recordarme el código, pero también me juzga cuando no lo cumplo, alertándome de los riesgos que implica»

A medida que explorábamos al personaje del Pesado, se hacia más evidente cómo la espontaneidad de Ana estaba eclipsada por los mandatos y creencias que se había tragado sin digerir, sin hacerlos realmente suyos. En cuanto al trabajo desde el arteterapia continuamos explorando simbólicamente quién era ella cuando no vivía supeditada a sus normas. Lo expresó con un dibujo y le pedí que escribiera las palabras o sensaciones que el dibujo le sugería.

Curiosidad, ganas de explorar, energía, vida, aventura, apasionada, sin miedo, libertad, alegría, serenidad. Ganas de aprender, de ver cosas nuevas.

En este caso, lo que reveló la propuesta no fue un “personaje” o “subpersonalidad” sino un estado; la espontaneidad que ella misma se bloqueaba con mandatos e introyectos. Lo que nos explica Ana sobre este dibujo es lo siguiente:

alegre y serenaSi me tuviera que quedar con dos palabras elegiría Alegre y Serena. La serenidad es un lugar en el que haga lo que haga no pasa nada. No existe la inquietud de la expectativa por lo que pasará. No hay problemas, simplemente se vive, se hace. Si sale bien, bien y si sale mal pues se soluciona y no pasa nada. Esta libertad me produce serenidad. Quiero sentirme libre de hacer lo que quiera, quiero mi derecho a equivocarme. La serenidad se hace pequeña y pierde la alegría cuando está el Pesado.»
Cuando hablaba de este segundo dibujo todo su cuerpo se abría, se llenaba de energía. Eso nos permitió trabajar también desde la experiencia viva – no simbólica – identificando el impacto emocional, energético y muscular relacionado con todo ello.

Reflexionando entorno a la información que nos daban las obras comprendimos hasta qué punto las peleas en su entorno infantil habían generado en ella un intenso miedo al conflicto. Para sentir cierta capacidad para controlar las situaciones había construido un estricto código moral hecho de normas y leyes al que de manera inconsciente había condicionando sus actos, perdiendo así el contacto con sus impulsos y deseos genuinos.

El trabajo consistió entonces en identificar y elaborar las vivencias infantiles traumáticas. Escuchar y acompañar el miedo -aun vivo en su organismo – de esas situaciones pasadas. Reflexionar sobre ese código para diferenciar lo que era la voz dictatorial del Pesado y lo que eran sus deseos reales y así poco a poco atreverse a mostrarlos. Comprendió que sólo siendo la persona que realmente es podrá abrirse a su alegría y serenidad interior.