
A poco que mi interlocutor se interese por la psicoterapia, suele resultar simpático cuando digo que soy terapeuta psico-corporal. Mucha gente está ya familiarizada con la idea de que nuestra manera de pensar afecta a nuestro cuerpo, sin embargo ese es un planteamiento inexacto que a menudo trato de aclarar.
Según mi visión, cuerpo y mente no se afectan ni se influyen mutuamente sino que ambas son dos dimensiones de una sola y única entidad; uno mismo.
Nuestra forma de pensar, de sentir y de entender el mundo se traduce en actitudes que tienen una dimensión psíquica o mental y otra somática o corporal. La rigidez de carácter, por ejemplo, se traduce en rigidez corporal. Cuando dudo con mi mente, dudo también con mis fibras musculares. Cuando amo, cuando necesito, cuando recibo…todo el organismo está implicado en esa vivencia que experimento en mí.
El cuerpo no es el “vehículo” que nos contiene, el cuerpo soy YO. El significado que tienen para nosotros las cosas que ocurren se nos revela en el cuerpo en forma de sensaciones. También a través de él actuamos en el mundo, dando expresión a lo que somos.
Pero, ¿qué sucede cuando lo que sentimos produce malestar? ¿o cuando lo que somos puede ser mal recibido? Entonces empezamos a rechazar partes de nosotros y a hacemos cortes y bloqueos en las zonas del cuerpo implicadas. La contención del enfado, va acompañada de tensión en los órganos por donde circula la carga energética propia de esa emoción y en sus vías de expresión, como mandíbula o puños. También podemos endurecer el diafragma y cortar la respiración para no sentir el malestar de un rechazo.
Mediante la terapia psico-corporal tratamos de restablecer esa unidad que nosotros mismos dividimos para evitar sentir el malestar o interrumpir nuestros impulsos.
Trabajar con el cuerpo en psicoterapia significa primero tomar conciencia de CÓMO lo utilizamos para bloquear emociones, expresiones y vivencias internas, y segundo en hacer intervenciones manuales para deshacer esos bloqueos.
Ese trabajo facilita que la circulación energética se abra paso de nuevo por las fibras musculares permitiendo que afloren sensaciones bloqueadas y así tengamos mayor conciencia de lo que realmente sentimos para poder atenderlo. Por otro lado, afloran a la memoria los conflictos que provocaron esas tensiones, a menudo conflictos de infancia, lo cual permite trabajar el origen de nuestros problemas actuales.
Ir deshaciendo los nudos que nos hicimos para mantener cierto equilibro con nosotros y con el entorno nos conduce poco a poco a sentir aquello de lo que, por incómodo, tratamos de suprimir. La fragilidad, la dependencia, el miedo son sensaciones que no nos permiten funcionar en el mundo como parece que “los demás” si hacen. Ya desde la infancia tuvimos que elegir, de manera inconsciente, entre funcionar o ser enteros y sentir en plenitud. Elegimos lo primero. Eliminamos sensaciones limitantes con cortes y bloqueos pero al elevado precio de desconectarnos de nosotros mismos.
Trabajar con el cuerpo en psicoterapia tiene por objetivo que cuerpo y mente vuelvan a trabajar juntos por nuestro bienestar. Porque la única manera de ser felices es responder a lo que realmente somos y necesitamos. Y los mismos nudos que un día pusimos para seguir adelante, hoy nos hacen imposible sentir satisfacción.